martes, 20 de marzo de 2012

LA HISTORIA DEL PESIMISMO

El pesimismo es una doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis leibniziana) que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo y estamos condenados a tratar de obtener lo que nunca tendremos.

Surgió como respuesta a la corriente optimista, declarando desde un principio una completa oposición a sus ideas y realizando una dura crítica a su tesis. En esta línea crítica, Ciorán dijo Solo se suicidan los optimistas, los optimistas que ya no logran serlo. Los demás, no teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?

El pesimismo criticará además a las religiones en general, por ser un falso consuelo para los condenados al sufrimiento y un intento de crear un paraíso totalmente falso, cuando es imposible huir del dolor perpetuo. También recriminará a las religiones el intento de dar un sentido a la vida a partir de un ente superior. En este tema es habitual encontrarse con un pesimismo que defiende una postura nihilista.

El nihilismo (del latín nihil, nada) es la doctrina filosófica que sugiere la negación de uno o más de los supuestos sentidos de la vida. Más frecuentemente, el nihilismo se presenta en la forma de nihilismo existencial, el cual sostiene que la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco.

La fundamentación más o menos sistemática del pesimismo tiene lugar con los filósofos del irracionalismo del siglo XIX, tales como Schopenhauer y Kierkegaard.

Arthur Schopenhauer es un filósofo alemán nacido en el siglo XVIII que defiende una tesis principal: El mundo es un infierno. Partiendo de las filosofías orientales, Schopenhauer sostuvo que mediante la introspección era posible acceder al conocimiento esencial del yo. Identificó a este con un principio metafísico al que denominó voluntad. El concepto de voluntad se refiere a un ser de carácter metafísico cuya relación sensible es el mundo fenoménico. El mundo de los fenómenos (que a diferencia de la Voluntad está sujeto indefectiblemente a las coordenadas espacio-temporales) no es más que la Voluntad misma objetivizada que, en cuanto tal, debe ser entendida en términos de lo que Schopenhauer llama representación. Ahora bien, la voluntad se expresa en la vida anímica del hombre bajo la forma de un continuo deseo siempre insatisfecho. Y aun cuando el hombre, tras múltiples esfuerzos, consigue escapar momentáneamente del sufrimiento, consiguiendo lo determinado por su voluntad, termina por caer, de manera inexorable, en el insoportable vacío del aburrimiento. La vida consciente del ser humano podría determinarse en 3 etapas: primero desea sin razón alguna, lo que le causa un terrible sufrimiento; después, si consigue satisfacer su voluntad, cae en el aburrimiento; y finalmente necesita volver a proyectar su voluntad volviendo a la primera etapa. De esta manera, según Schopenahuer, la vida humana oscilaría constantemente entre el sufrimiento de no tener lo deseado, y el aburrimiento de haberlo conseguido. En su obra principal El mundo como voluntad y representación realiza el siguiente silogismo que muestra claramente su teoría: Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor.

Aunque Schopenhauer es considerado el filósofo pesimista por excelencia, durante los siglos XIX y XX encontramos a otros pensadores con una clara tendencia a esta corriente.

Uno de estos personajes es el filósofo danés del siglo XIX Soren Kierkegaard. Kierkegaard es considerado el padre del existencialismo, por hacer filosofía del Sufrimiento y la Angustia. A lo largo de su obra trató muchos temas distintos, aunque el que más repercusión tuvo, influyendo en toda la filosofía del siglo XX, es el tema de las emociones y sentimientos que experimentan los individuos al enfrentarse a las elecciones que plantea la vida. Los temas principales de la obra de Kierkegaard rondan en torno a la angustia. Se pregunta: ¿qué es el ser humano?, a lo que responde: el ser humano es una síntesis de lo temporal y lo eterno, de lo finito y lo infinito, tal encuentro de antítesis en un solo ente genera en él la angustia.

En el siglo XX, se incorpora también en la corriente pesimista el pensamiento de los existencialistas Martina Heidegger y Jean-Paul Sarte y Émile Ciorán, principalmente.

El existencialismo fundado por Kierkegaard tuvo su auge durante la primera mitad del siglo XX. La filosofía del alemán Martin Heidegger ha sido frecuentemente clasificada de pesimista. Plantea el ser humano como eyecto en el mundo. Se encuentra arrojado a una existencia que le ha sido impuesta, abandonado a la angustia que le revela su mundanidad. El ser humano es consciente del hecho de que puede ser en el mundo y que por consiguiente, ha de morir. Heidegger habla del hombre como un ser para la muerte. Esto le hace caer irremediablemente en un nihilismo, ya que, al aceptar la muerte inevitable, el hombre se encuentra en presencia de la nada y la falta de sentido existencial.






Hablar de pesimismo en la obra de Jean-Paul Sartre es más complicado, ya que se puede observar una evolución a lo largo de su carrera. Sartre, como sucesor de Heidegger, trata el tema de la existencia humana. Realiza una diferenciación entre el ser en-sí y el ser para-sí. El ser en-sí es aquello que propiamente es y no va a ser de otra manera. El ser para-sí es el ser proyectante, es el ser cuyo ser consiste en proyectarse hacia el futuro. En el ser para-sí se pueden observar las influencias de la escuela fenomenológica de Husserl, pues este ser se fundamenta sobre la conciencia intencional que se eyecta fuera del propio ser. El ser para-sí es la realidad humana, y como la conciencia intencional solo existe arrojada al futuro, no al presente, Sartre llega a la conclusión de que el ser humano es nada. Como el ser humano es lo que aún no es, acaba siendo una constante nada. Esto relacionado con la filosofía schopenhauriana, mostraría que por una parte el ser humano es nada, debido a la dicha conciencia intencional que proyecta al ser humano hacia un futuro y que hace que sea lo que aún no es; y por otro lado la voluntad de esta conciencia jamás será satisfecha, ya que en el momento en que el ser humano satisface la voluntad, lo que ha sido la causa temporal de la existencia del ente pasa a ser un ser en-sí, es decir, ya no es una proyección, pasa a ser una realidad, con lo cual, la conciencia intencional pasa a otra proyección, manteniendo lo ya conseguido en el olvido, en la nada.

Durante la segunda mitad del siglo XX, encontramos la figura del filósofo rumano Emil Ciorán. Clasificar la obra de Ciorán dentro de una corriente es complicado, aunque se podría hablar de un cinismo o un pesimismo nihilista. Resumir su filosofía es más complicado aún, ya que lo dificulta su estilo aforístico. Se podría decir que parte del pesimismo de Schopenhauer y la voluntad, con su correspondiente influencia del budismo, e intenta llevar este pesimismo al extremo. A diferencia de la corriente existencialista, Ciorán no cree que la parte más oscura de la vida esté en la muerte, creando una angustia en el ser humano, sino todo lo contrario, el verdadero horror de la vida es nacer. En su obra principal Del inconveniente de haber nacido dice La única, la verdadera mala suerte: nacer. Respecto al tema de la muerte, Ciorán opina que morir es un consuelo, pues devuelve al ser humano al momento anterior al nacimiento. De esta manera encontramos al pensamiento más oscuro de la segunda mitad del siglo XX.

En conclusión, el pesimismo es una corriente que afirma el sufrimiento eterno que tuvo muchos adeptos durante los siglos XIX y XX.

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